25/08/2010
Cátedra “Carlos Zamudio”
La Cátedra Abierta de Derechos Humanos “Carlos Zamudio” se inaugurará hoy, a las 19, en el salón de actos de la Facultad de Humanidades de la UNNE, con la ponencia de la profesora Teresa Artieda

Impulsada por el Ministerio de Educación, la cátedra abierta de DD. HH. fue inaugurada a mediados de julio en el ex colegio Nacional con el objetivo de fortalecer la construcción de la memoria y el respeto por los derechos humanos concebidos en su más amplia acepción.

Su propósito es además rescatar la memoria y los derechos humanos no como mirada sobre el pasado con carácter meramente academicista, que nos estancan en el ayer y en el mero discurso, sino como movilizadores de actitudes cada vez más humanas entre las personas.

Además, se pretende fortalecer la construcción de una conciencia ciudadana crítica y solidaria en la que la memoria y el respeto por los derechos humanos constituyan pilares fundamentales.

La cátedra se desarrollará a partir de la exposición a cargo de reconocidos referentes en nuestra provincia de la materia, que abordarán los trayectos y establecerán modalidades y técnicas más apropiadas para cada módulo. Su presidente honorario es el doctor Edwin Peco Tissembaum, su titular el ministro de Educación Francisco Romero, y sus profesores honorarios el secretario de Cultura de la Nación Jorge Coscia, el historiador Felipe Pigna y el escritor Mempo Giardinelli.

Pueden participar de la cátedra todos los interesados en conocer, difundir y trabajar en la construcción de la memoria y de los derechos humanos, especialmente docentes de todos los niveles y modalidades del sistema de educación formal de gestiones estatal y privada de la provincia. Su metodología: la cátedra propondrá exposiciones de especialistas que abarcarán trayectos temáticos que se desarrollarán en sedes itinerantes en todo el territorio provincial.

Los interesados en participar deberán inscribirse en la dirección de Documentación y de Producción de Contenidos, en Gobernador Bosch 99 (9 de julio y calle 13), Nave 9. Informes: meduc.documentacion@ecomchaco.com.ar;
o a los teléfonos 03722 – 453-008 / 414-984.

QUIÉN FUE CARLOS ZAMUDIO
Carlos Zamudio nació en Resistencia (Chaco) el 8 de julio de 1948. Creció en esa ciudad. Fue a la Escuela Primaria Nº 41 y al Colegio Nacional, donde cursó sus estudios secundarios. En 1965, fue capitán del Seleccionado Chaqueño de básquet y participó en el II Torneo Argentino Juvenil de Básquet, en el que recibió la medalla al jugador más correcto.

Entre 1968 y 1975, fue preceptor en el Colegio Nacional. Llega a la militancia política como estudiante de Ciencias Económicas (UNNE). No era peronista “de siempre”, pero consideraba que militar en la Juventud Peronista (JP) era la opción que se necesitaba en ese momento del país para cambiar las cosas.

Comienza en Resistencia desde mediados de 1975. Pasa a la clandestinidad a fines de ese año. Primero fue a la zona rural de Misiones. Luego, se trasladó a Posadas. Escribió muchísimas cartas a su familia.

Fue detenido en Posadas el 24 de septiembre de 1976 y luego trasladado a Resistencia, estuvo casi dos meses en Investigaciones allí pudieron verlo un par de veces. Luego, pasa a disposición del PEN y lo trasladan a la alcaidía de Resistencia el 5 de diciembre.

Estaba en la celda Nº 5 de la alcaidía, de allí fue sacado y sometido a intensas torturas en el salón central. Era uno de los detenidos “trasladados oficialmente” a Formosa. Informan oficialmente dos versiones de su muerte a la familia: la primera, el 24 de diciembre, dice que logró escapar, llegar a Misiones, volver a participar de otro enfrentamiento armado y morir en Posadas el 17 de diciembre. La segunda reconoce que murió en Margarita Belén la madrugada del 13 de diciembre.

Su partida de defunción está firmada por un médico de Misiones, Guillermo E. Mendoza, y dice que la causa del fallecimiento es “politraumatismo, sin poder determinarse su origen”. Su cuerpo, en cajón sellado, fue entregado en Misiones a su madre, quien lo trasladó a Resistencia.
Se inaugura la cátedra abierta de Derechos Humanos "Carlos Zamudio" con la charla de Teresa Artieda
25/08/2010 - Será en la Facultad de Humanidades de la UNNE. El ministro de Educación Francisco Romero brindará unas palabras de introducción al módulo de trabajo.

La Cátedra Abierta de Derechos Humanos “Carlos Zamudio” se inaugurará este jueves 26 a las 19, en el salón de actos de la Facultad de Humanidades de la UNNE, con la ponencia Claroscuro en la Historia de la Educación Argentina: de los efectos de mirar con otras luces y del derecho a saber, de la profesora Teresa Artieda. La apertura contará con la presencia del ministro de Educación Francisco Romero.

Impulsada por el Ministerio de Educación, la cátedra abierta de DD. HH. fue inaugurada a mediados de julio en el ex colegio Nacional con el objetivo de fortalecer la construcción de la memoria y el respeto por los derechos humanos concebidos en su más amplia acepción.

Su propósito es además rescatar la memoria y los derechos humanos no como mirada sobre el pasado con carácter meramente academicista, que nos estancan en el ayer y en el mero discurso, sino como movilizadores de actitudes cada vez más humanas entre las personas.

Además, se pretende fortalecer la construcción de una conciencia ciudadana crítica y solidaria en la que la memoria y el respeto por los derechos humanos constituyan pilares fundamentales.

La cátedra se desarrollará a partir de la exposición a cargo de reconocidos referentes en nuestra provincia de la materia, que abordarán los trayectos y establecerán modalidades y técnicas más apropiadas para cada módulo. Su presidente honorario es el doctor Edwin Peco Tissembaum, su titular el ministro de Educación Francisco Romero, y sus profesores honorarios el secretario de Cultura de la Nación Jorge Coscia, el historiador Felipe Pigna y el escritor Mempo Giardinelli.

Pueden participar de la cátedra todos los interesados en conocer, difundir y trabajar en la construcción de la memoria y de los derechos humanos, especialmente docentes de todos los niveles y modalidades del sistema de educación formal de gestiones estatal y privada de la provincia. Su metodología: la cátedra propondrá exposiciones de especialistas que abarcarán trayectos temáticos que se desarrollarán en sedes itinerantes en todo el territorio provincial.

Los interesados en participar deberán inscribirse en la dirección de Documentación y de Producción de Contenidos, en Gobernador Bosch 99 (9 de julio y calle 13), Nave 9. Informes: meduc.documentacion@ecomchaco.com.ar;

meduc.prodcontenido@ecomchaco.com.ar;
documyconte@ecomchaco.com.ar
o a los teléfonos 03722 – 453-008 / 414-984.

Derechos humanos
Abordar el tema de los Derechos Humanos hoy por hoy significa profundizar en una constante de la historia argentina de los últimos 34 años. Es que nuestro país, como ninguno en Latinoamérica y pocos en el mundo, ha profundizado en la práctica lo que en muchas sociedades no sobrepasa los límites del mero discurso declamatorio. Hay temas que se imponen en la agenda social por vía de la moda. No es el caso del tema de los Derechos Humanos en Argentina. En este campo, el accionar constante de adherentes y militantes de Derechos Humanos construyeron un piso de análisis que nos compromete a enfrentar el desafío de ampliar los límites del conocimiento respecto del tema.

Resulta indudable que la sociedad argentina en su conjunto apoya avances concretos en la línea de la doctrina de los DD.HH. Sólo como mojones más importantes de este avance, podemos citar: la derogación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final y de los indultos que brindaban impunidad a los genocidas de la última dictadura cívico-militar, la militancia incansable de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que ya ha posibilitado la recuperación de 101 hijos de desaparecidos ilegal e ilegítimamente apropiados.

Estas acciones componen una contraofensiva popular al Plan Cóndor, operativo continental que sirvió para establecer en América latina ideas políticas y económicas de ultraderecha y moldear una conciencia autoritaria en el pueblo. Son justamente estas consecuencias las que nos proponemos contrarrestar con la creación de esta cátedra.

En nuestra provincia los juicios por las causas Caballero y Masacre en Margarita Belén indican el punto de inflexión del tema Derechos Humanos en nuestra sociedad.

A modo de resumen, podemos decir que desde la década de los setenta hemos sido, como pueblo, víctimas de un proyecto de represión y aniquilación de los cuerpos y de las ideas y que encontró su continuidad ideológica en los planes económicos neoliberales de los noventa. El trazado de un nuevo camino para Latinoamérica ya se echó a andar con la llegada de gobiernos progresistas. Intentamos con esta cátedra reforzar ese sentido, andar esa ruta.

Quién fue Carlos Zamudio
Carlos Zamudio nació en Resistencia (Chaco) el 8 de julio de 1948. Creció en esa ciudad. Fue a la Escuela Primaria Nº 41 y al Colegio Nacional, donde cursó sus estudios secundarios. En 1965, fue capitán del Seleccionado Chaqueño de básquet y participó en el II Torneo Argentino Juvenil de Básquet, en el que recibió la medalla al jugador más correcto.

Entre 1968 y 1975, fue preceptor en el Colegio Nacional. Llega a la militancia política como estudiante de Ciencias Económicas (UNNE). No era peronista “de siempre”, pero consideraba que militar en la Juventud Peronista (JP) era la opción que se necesitaba en ese momento del país para cambiar las cosas.

Comienza en Resistencia desde mediados de 1975. Pasa a la clandestinidad a fines de ese año. Primero fue a la zona rural de Misiones. Luego, se trasladó a Posadas. Escribió muchísimas cartas a su familia.

Fue detenido en Posadas el 24 de septiembre de 1976 y luego trasladado a Resistencia, estuvo casi dos meses en Investigaciones allí pudieron verlo un par de veces. Luego, pasa a disposición del PEN y lo trasladan a la alcaidía de Resistencia el 5 de diciembre.

Estaba en la celda Nº 5 de la alcaidía, de allí fue sacado y sometido a intensas torturas en el salón central. Era uno de los detenidos “trasladados oficialmente” a Formosa. Informan oficialmente dos versiones de su muerte a la familia: la primera, el 24 de diciembre, dice que logró escapar, llegar a Misiones, volver a participar de otro enfrentamiento armado y morir en Posadas el 17 de diciembre. La segunda reconoce que murió en Margarita Belén la madrugada del 13 de diciembre.

Su partida de defunción está firmada por un médico de Misiones, Guillermo E. Mendoza, y dice que la causa del fallecimiento es “politraumatismo, sin poder determinarse su origen”. Su cuerpo, en cajón sellado, fue entregado en Misiones a su madre, quien lo trasladó a Resistencia.


Sobko recordó a su verdugo en la Causa Caballero
Béttoli me torturó el 25 de mayo de 1977 y era más que Thomas y Zeniquel en la Brigada
25/08/2010 - Ayer, tres testigos narraron las atrocidades que les tocó sufrir y también presenciar en los lugares de detención. Reconocieron a sus torturadores entre los que se encuentran Breard, Galarza, Manader y Roldán. Describieron episodios de violaciones a mujeres cautivas.

La jornada 23º que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en la Brigada de Investigaciones y la Alcaidía del Chaco, ayer tuvo el relato de tres testigos.

Rodolfo Amado Sobko es médico y ya lo era cuando fue secuestrado el 18 de mayo de 1977 en su casa. Trabajaba en una dependencia de la provincia y fue detenido en la Brigada de Investigaciones, donde recuerda que no solamente actuaba personal de la Policía sino también del Ejército, ya que aseguró ayer al tribunal que entiende en la Causa Caballero que fue golpeado y torturado por militares.

Ante la pregunta de uno de los abogados defensores acerca de cómo sabe quién le propinaba golpes, manifestó que en una oportunidad, los mismos policías le sacaron la venda, cuando le trajeron un termo y una nota de su familia, momento en que ingresó un hombre “rubio y alto” que se sorprendió ante la mirada del detenido y luego de reprender a los policías por esto, se fue. Pero incluso fueron los uniformados quienes le comentaron que quien acabada de marcharse era José Tadeo Béttoli, oficial teniente del Ejército, hoy uno de los acusados.

Para que quede bien en claro y precisando esto, sentenció: ”Béttoli me torturó el 25 de mayo de 1977 y era más que Thomas y Zeniquel en la Brigada”, algo que recordó porque su castigador le había dicho que ese mismo día, él tenía una entrevista con alguien a quien aparentemente estaban buscando.

De su paso por la Brigada, recordó haber estado en “la sala negra”; pero también una habitación con una mesa larga, donde se reunía lo que se llamaba “el cónclave”, formado por altos mandos de la Policía y del Ejército, entre los que se encontraban Nicolaides, Hornos y Larrateguy, que “decidían quiénes vivían y quiénes morían de los detenidos”.

Él supo de esto porque en una oportunidad lo mantuvieron parado frente al baño de oficiales, que estaba al costado de donde se reunía este grupo de las fuerzas.

Más allá de esto, el testigo también involucró al acusado Galarza de haber actuado dentro de la Brigada de Investigaciones, siendo que era un guardia de la Alcaidía, a lo que el mismo implicado acotó por lo bajo, (se le pudo leer los labios), “gracias doctor” y luego pretendió intervenir pero el presidente del Tribunal le dijo que tiene prohibido hablar y si así lo deseara que se siente en el banquillo para declarar.

Pero este ex detenido político arrojó otro dato aun más estremecedor, de algo que sucedió en la Brigada, porque el oficial apodado “Chuleta”, que tenía las llaves de las celdas, violaba constantemente a la detenida Sara Ayala de Morel, que se encontraba allí junto con su esposo proveniente de Formosa. No solamente eso sucedió allí, sino que también aseguró que frente al calabozo donde él se encontraba, “el cónclave”, representado por unos militares, le comunicaron a esta pareja que ya no la torturaría y que incluso los encerrarían juntos. Con respecto al bebé que ambos tenían, les dijeron nada más y nada menos, que desde ese momento tendría una nueva familia que se encargaría de educarla, alimentarla y criarla. En otras palabras, se apropiarían de su hijo.

“Después de la dictadura, fue una de las primeras criaturas que se recuperaron”, expresó Sobko, pero se lamentó de que “sus padres desaparecieron”.

Gerardo Delgado
Fue el primero en declarar ayer en la causa. Detenido en abril de 1977 por un grupo de policías entre los cuales identificó a Balbuena, Manader y Cardozo, en tanto que una vez que lo llevaron a la Brigada de Investigaciones lo recibió Silvalongui.

Fue este oficial el que le pidió que “colabore” y diga dónde se encontraban las armas o si conocía a algunas personas, algo que Delgado ignoraba por completo. Tras esto, lo vendaron y esposaron, mirando contra una pared, donde sintió que también había más personas.

El testigo, de 55 años, comentó que lo hicieron subir por unas escaleras hasta un lugar en que notó alrededor de 6 ó 7 calabozos y en un baño en el que se encontraba también como detenido un amigo suyo llamado Lito Martínez.

De sus torturadores, (ya que sufrió la picana eléctrica en distintas partes del cuerpo, junto con otros golpes), recordó a Enzo Breard, a quien reconoció por su voz.

Incluso, estando ya en libertad se lo cruzó varias veces por la calle, en episodios de los cuales no supo muy bien cómo reaccionar ya que “a uno le queda ese temor de que le pueda volver a pegar”.

En otra oportunidad el mismo Breard con Balbuena lo pararon en la calle, lo subieron a un auto y lo tuvieron un día encerrado en un garaje, hasta que su padre logró hablar con Mazzoni, del Juzgado Federal, y lo soltaron en el mismo lugar en que lo capturaron.

No obstante, lo más impresionante de su testimonio tiene que ver con las personas que hoy en día se encuentran desaparecidas pero a quienes vio en la Brigada de Investigaciones, como Morel y su señora Ayala, que incluso le dijeron en una oportunidad que ellos estaban seguros que no saldrían vivos de allí. Ambos le comentaron que tenían dos hijos que habían quedado en Buenos Aires y que trate de contactarse, (cuando salga), con sus parientes en Formosa para que se hagan cargo de las criaturas.

El testigo no trató de ocultar su emoción al recordar sobre lo terrible de la situación que les tocó vivir a los detenidos durante aquella época y reconoció que Morel tenía un testículo inflamado por las sesiones de torturas a las que fue sometido, ya que “con él se ensañaron mucho”.

Pero la peor parte la llevó Sara, porque Delgado afirmó que había un oficial a quien apodaban “Chuleta”, junto con otra persona de apellido Borda, que la golpeaban y violaban reiteradamente, algo que se escuchaba ante la resistencia de la mujer y los gritos que se oían.

Vicente Cantero
Este ex detenido en la actualidad vive en Tigre, Buenos Aires, y se desempeña como jefe de Seguridad de un astillero. No obstante, fue detenido el 18 de octubre de 1977 en un operativo conjunto al mando de Bettolli en Tres Isletas, donde era agricultor.

Tras haber estado en el interior de Chaco, el 21 de octubre lo llevaron a la Brigada de Investigaciones, donde permaneció desaparecido hasta que lo llevaron a la Alcaidía, ya que permaneció en un sótano, donde lo colgaron por 5 días. “Las esposas me entraron hasta el hueso” relató. Luego de esto, manifestó que estando en los calabozos de la Brigada, vio a Arce, Martínez Medero, y una pareja Lauroni- Almirón, todas personas que se encuentran hasta el momento desaparecidas.

Según comentó Cantero, en las sesiones de torturas estaban presentes Manader, Rodríguez Valiente, Silva Longhi y Patetta, mientras que quien dirigía las mismas era Béttolli.

En la Alcaidía fue a parar el 20 de diciembre, lugar al que consideró como “un régimen de exterminio”, y donde identificó a Galarza y Roldán como los que más le pegaron al recibirlo.

Mañana, todos policías
El tribunal pasó a un cuarto intermedio para hoy, a las 8.30, oportunidad en que declararán Roberto Serrano, Héctor Rolando Grillo, Raúl Lazati, Raúl Pereno, Horacio Sánchez, Jorge Ramiérez y Jorge Caballero.


24/08/2010 - Víctima de la Masacre de Margarita Belén
Restituyen los restos de Lucho Díaz a sus familiares

Será este viernes en el Tribunal Oral Federal de Resistencia. Su cuerpo había sido exhumado para la investigación de la causa. En este marco se realizarán homenajes, charlas y espectáculos musicales.


Los restos de Luís “Lucho” Díaz, asesinado el 13 de diciembre de 1976 en la Masacre de Margarita Belén, serán restituidos este viernes a sus familiares, luego de que la justicia los exhumara en el marco de la investigación por el fusilamiento de al menos 22 militantes políticos el 13 de diciembre de 1976. Se realizará un homenaje en su nombre, con charlas y espectáculos musicales.

El acto formal de restitución de los restos, compañeros y amigos se realizará al mediodía del viernes en el Tribunal Oral Federal de Resistencia, en Irigoyen 33 y luego velados en la Sala de Sepelios Edymar, Güemes 541. Finalmente, la inhumación se realizará a las 17,30 en el cementerio San Francisco Solano, de Resistencia.

En 2005, por orden del juez federal de Resistencia, Carlos Skidelky, el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) exhumó los restos de tres militantes fusilados en Margarita Belén, dos varones y una mujer. El único de ellos que fue enterrado con su nombre era precisamente el de Díaz, cuyo análisis de ADN confirmó su identidad.
Los dos restantes fueron identificados como Alicides Bosch (vía ADN) y Ema Cabral (vía registro de sus huellas digitales).

SU HISTORIA
Luís Díaz nació en Mercedes, Corrientes, el 15 de enero de 1951. Según recuerda el Registro Único por la Verdad –organismo que depende de la Comisión Provincial por la Memoria- el padre de Lucho falleció cuando él tenia tres años; era dueño de un importante comercio de la ciudad. Allí fue a la escuela primaria (“la mate cocido”) y a la Escuela de Comercio, donde egresó como Perito Mercantil. Era muy buen alumno; fue escolta de la bandera en la secundaria.

Aprendió a tocar la guitarra con “Los de Imaguaré” y fue a cantar a Cosquín.También era parte del cuerpo de baile de folkclore, y estaba siempre en todas las fiestas, peñas y guitarreadas que se organizaban con la escuela de Comercio y el Colegio de Monjas.

Posteriormente decidió trasladarse a Resistencia para estudiar Ciencias Económicas, le faltaron 3 o 4 materias para completar la carrera. Trabajaba en un juzgado de Resistencia y militaba en el Barrio Toba. Se casó en diciembre de 1973 y tuvo un hijo.

Llegó el Golpe de Estado y la más cruenta dictadura militar. Entre enero y febrero de 1976 fue detenido en un allanamiento en la casa donde vivía. La tarde del 12 de diciembre estaba en la Alcaidía de Resistencia, de allí lo sacaron en el falso traslado a Formosa. En la madrugada del 13 de diciembre de 1976 fue asesinado junto al menos 22 presos políticos a la vera de la ruta 11, en lo que hoy se conoce como la Masacre de Margarita Belén. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Resistencia e identificado con su nombre.

ACTIVIDADES
Aquí se detalla el cronograma de actividades en el marco de la restitución del cuerpo de Lucho Díaz a sus familiares.

Viernes 27

10 - Exposición del perito Antropólogo Miguel Nievas, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), sobre la búsqueda e identificación de los restos óseos de personas detenidas-desaparecidas como consecuencia del accionar del Terrorismo de Estado entre 1974 y 1983. Lugar: Casa de la Memoria.

10.30 - Lectura: Declaraciones de interés y adhesión del Concejo Municipal de la ciudad de Resistencia; Cámara de Diputados de la Provincia del Chaco e Instituto de Cultura de la Provincia del Chaco. Lugar: Casa de la Memoria.

12.00 - Acto formal de restitución de los restos de Luis Alberto Díaz a sus familiares, compañeros y amigos. Lugar: Tribunal Oral Federal de Resistencia. Hipólito Irigoyen 33.

13.30 - Velatorio de sus restos recuperados y oficio religioso celebrado por el sacerdote Santiago Frank. Lugar: Sala de Sepelios Edymar, Güemes 541.

16.30 - Acto frente a Casa de la Memoria, “Ex - Brigada de Investigaciones (Centro Clandestino de Detención)”, donde fue víctima de los aberrantes hechos que ocurrieron en aquella casa del horror, junto a otros compañeros de militancia política y social. Se cantará el chamamé “Adiós ciudad de Mercedes”, interpretado por Lucas Zegovia (hijo de Zito Segovia, reconocido cantautor y militante peronista). Lugar: Casa de la Memoria, Marcelo T de Alvear 32.

17.30 - Inhumación de sus restos. Palabras de despedida. Lugar: Cementerio San Francisco Solano, Carlos Gardel 875.

Sábado 28

12.00 - Encuentro de familiares, amigos y compañeros. Almuerzo. Centro Cultural Alternativo (CECUAL), Santa María de Oro 471

12.30 - Expresiones artísticas y culturales:

* Participación del Padre Julián Zini (poeta y cantor) y su conjunto Neique Chamigo radicados en la Ciudad de Mercedes-Corrientes.
* Los Hermanos Sheridan, conjunto chamamecero de Mercedes, Corrientes, acompañados por Tito Luque, hijo de Eduardo Luque (ex – preso político).
*Piti Canteros, intérprete y músico chaqueño
*Ballet Oficial de la Provincia del Chaco con la presentación de la Obra “Tabicados”.

Lugar: Centro Cultural Alternativo (CECUAL), Santa María de Oro 471
24/08/2010 - Causa Caballero: Juicio oral-Día 23
“Era una máquina de torturar y matar”

Así calificó Rodolfo Sobko a la Brigada de Investigaciones. Durante la audiencia también declararon Gerardo Delgado y Vicente Canteros. Sufrimiento y desaparición del matrimonio de Pedro y Sara Morel.

El juicio oral y público por la Causa Caballero fue largo e intenso, a pesar de que sólo declararon tres testigos, todos ex presos políticos: Gerardo Delgado, Rodolfo “Rody” Sobko y Vicente “Plantita” Canteros, que fueron sumamente precisos y detallistas en sus relatos.

En contraposición a un día con víctimas directas de la tortura, para la vigésimo cuarta jornada del juicio declararán este miércoles todos policías (cinco en total, aunque ya uno está casi descartado anticipó la Secretaría del Tribunal Oral Federal de Resistencia).

Sobko y Delgado pasaron juntos parte de su detención de en la Brigada de Investigaciones. Canteros, oriundo de Tras Isletas, cayó cuando los anteriores ya estaban en la alcaidía policial.

PEDRO Y SARA
La historia del matrimonio de Pedro Morel y Sara Fulvia Ayala volvió al centro de la escena, ya que tanto Delgado como Sobko fueron testigos de las vejaciones a las que fue sometida ella y del estropeado estado físico de él.

El relato era seguido por Viviana –hija de Pedro y Sara-, que lloró en varias oportunidades al escuchar las crueldades a las que eran sometidos sus padres. Con Sobko, lo une además otra situación particular: ella y un sobrino de Rody fueron dejados en manos de unos ancianos, en provincia de Buenos Aires, cuando son detenido-secuestrados los progenitores de ambos bebés de menos de dos años.

Pedro tenía todo el cuerpo lastimado, apenes podía moverse, y “tenía uno de los testículos hasta la rodilla”, coincidieron Sobko y Delgado. Como Rody es médico, lo revisó y le hizo “tomar orín, porque estaba deshidratado, y tirarse orín por las heridas, ya que tenía infecciones”, recordó el que fuera director de Maternidad e Infancia del gobierno provincial en los ‘70.

SARA-ANA
Sobko conoció en la ex Madre y el Niño –donde hoy funciona el casino- a Sara, pero bajo el alias de Ana. Entonces, cada vez que la nombraba decía todos los nombres: Ana Sara Fulvia Ayala de Morel.

En el mismo calabozo de Sara, junto al de su esposo –también eran impotentes testigos Sobko y Delgado- los guardias entraban y la vejaban. La mujer trataba de soportar en silencio, pero cuando gritaba, Pedro “se volvía loco y comenzaba a gritar. A veces, todos gritábamos para que él no oyera”, recordaron. “Los torturadores Borda y Chuleta eran los violadores”, se complementaron en el reconocimiento.


En ese piso de la Brigada, estuvieron Rogelio Tomassella, que fue torturado por tratar de defender a la mujer, aunque sea a los gritos; Dito Martínez, el policía federal riojano Oviedo, un dirigente rural de apellido Arce, que “es sacado por Borda y nunca más lo volvimos a ver”, precisó Delgado.

“Otra mujer que sufrió las peores vejaciones es Rosa Alcaraz”, recordó. La ex presa política tiene hoy problemas mentales y permanece recluida en su casa.

LA PATA JUDICIAL
Al recuperar su libertad, Delgado quedó con mucho temor, que fueron ciertos, cuando fue detenido por segunda vez. Ante esa situación, recurre al ex fiscal Roberto Mazzoni.

“Por pedido de Mazzoni me presentaba todas las mañanas y tardes a un viejo bar sobre la ex Antartida Argentina (hoy peatonal) a tomar un café”.

Así durante una semana. En esos 7 días “caminos por todo el centro, con él (por Mazzoni) tomándome del hombro. Fuimos a la plaza central (justo enfrente funcionaba la Brigada de Investigaciones)”. En fin, fue una especie de salvoconducto para poder circular por Resistencia sin ser detenido por la Patota.

Ya en democracia, Delgado tuvo que recurrir a un abogado, “Polo” Legal en este caso, para que el Juzgado Federal de Resistencia le tomara la denuncia sobre lo que pasó con el matrimonio de Pedro y Sara Fulvia.

EL CÓNCLAVE
Durante su cautiverio pasó varias horas –“me hice pis y caca”, señaló Sobko para marcar el tiempo que transcurrido- al lado del baño de oficiales, junto a la puerta de lo que él denominó “cónclave”.

El “cónclave” reunía a militares: Jorge Larrateguy, jefe del Área 233, Tadeo Luis Bettolli, José Luis Patetta (ambos imputados), Hornos; los policías: Carlos Thomas, Wenceslado Ceniquel, José María Cardozo, Gabino Manader, José Francisco Rodríguez Valiente (imputados). “Decidían quién vivía y quién moría”, sentenció Sobko.

En ese contexto, explicó que la Brigada “era una máquina de torturar y matar” y disparó otra afirmación contundente: “La técnica para torturar y matar es la misma a la usada durante el Holocausto”.

CHISPAZOS
Justo cuando estaba declarando Rody, se produjeron los mayores chispazos. El primero estalló cuando denunció que la guardia dura de la alcaidía, entre ellos el imputado Oscar Galarza, tenía relación directa con la Patota de la Brigada.

Galarza, levantaba la mano pidiendo la palabra, como si estuviese en clases y no imputado en una sala de audiencias. El presidente del Tribunal Oral Federal, Víctor Alonso, lo retó: “Si quiere declarar, hágalo en el estrado”. Los ímpetus del ex guardia de la alcaidía se aplacaron para aclarar que iba a “declarar oportunamente”.
En otra escena chispeante, el mismo juez también repartió advertencias hacia la defensa (Oscar Gómez) y la fiscalía ad hoc (Carlos Amad).

Y la tensión que cerró la declaración de Sobko, se produjo cuando el defensor Ricardo Osuna insistía en preguntarle por el tamaño del espejo que escondía en su celda de la alcaidía: “Si era de este tamaño (dibujó con el dedo en el aire una especie de rectángulo un poco más grande que un libro) no estaría acá declarando, estaría desaparecido”.

FLOR DE PLANTITA
Cerró la lista de testigos, Vicente “Plantita” Canteros, militante de Ligas Agrarias, de 1,96 metros, con manos inmensas de basquetbolista, y una cara de tranquilidad absoluta, que es inmutable.

Fue detenido en Tres Isletas, donde trabajaba la tierra. La detención-secuestro era un operativo conjunto bajo las órdenes del imputado Bettolli, quien “conecta la picana para ganado y me aplica corriente en la cabeza”. La tortura se producía en una casa frente al INTA Sáenz Peña.

Identificó a sus torturadores allá por 1977: Thomas, Chuleta Cardozo, Manader, Rodríguez Valiente (ambos imputados) y los militares Bettolli, Ricardo Reyes, Aldo Martínez Segón y Jorge Carnero Sabol (estos tres últimos venían de participar en la Masacre de Margarita Belén y hoy están sentados en el banquillo de los acusados).

Plantita pasó unos 59 días en la Brigada de Investigaciones, de los cuales soportó 52 días de tortura, 49 de ellos en un sótano. Convencido de lo que declaró, terminó de declarar, se paró en el estrado (lo que lo convertía en un gigante en el medio de la sala de audiencias) y se despidió haciendo la V de la victoria.

Informe: Marcos Salomón
Dibujo de Juan Britos/Casa por la Memoria

24/08/2010 - Causa Caballero - Juicio oral – día 23
“Era una máquina de torturar y matar”
Así calificó Rodolfo Sobko a la Brigada de Investigaciones. Durante la audiencia también declararon Gerardo Delgado y Vicente Canteros. Sufrimiento y desaparición del matrimonio de Pedro y Sara Morel.

El juicio oral y público por la Causa Caballero fue largo e intenso, a pesar de que sólo declararon ayer tres testigos, todos ex presos políticos: Gerardo Delgado, Rodolfo “Rody” Sobko y Vicente “Plantita” Canteros, que fueron sumamente precisos y detallistas en sus relatos.

En contraposición a un día con víctimas directas de la tortura, para la vigésimo cuarta jornada del juicio declararán hoy todos policías (cinco en total, aunque ya uno está casi descartado anticipó la Secretaría del Tribunal Oral Federal de Resistencia).

Sobko y Delgado pasaron juntos parte de su detención de en la Brigada de Investigaciones. Canteros, oriundo de Tras Isletas, cayó cuando los anteriores ya estaban en la alcaidía policial.

PEDRO Y SARA
La historia del matrimonio de Pedro Morel y Sara Fulvia Ayala volvió al centro de la escena, ya que tanto Delgado como Sobko fueron testigos de las vejaciones a las que fue sometida ella y del estropeado estado físico de él.

El relato era seguido por Viviana –hija de Pedro y Sara-, que lloró en varias oportunidades al escuchar las crueldades a las que eran sometidos sus padres. Con Sobko, lo une además otra situación particular: ella y un sobrino de Rody fueron dejados en manos de unos ancianos, en provincia de Buenos Aires, cuando son detenido-secuestrados los progenitores de ambos bebés de menos de dos años.

Pedro tenía todo el cuerpo lastimado, apenes podía moverse, y “tenía uno de los testículos hasta la rodilla”, coincidieron Sobko y Delgado. Como Rody es médico, lo revisó y le hizo “tomar orín, porque estaba deshidratado, y tirarse orín por las heridas, ya que tenía infecciones”, recordó el que fuera director de Maternidad e Infancia del gobierno provincial en los ‘70.

SARA-ANA
Sobko conoció en la ex Madre y el Niño –donde hoy funciona el casino- a Sara, pero bajo el alias de Ana. Entonces, cada vez que la nombraba decía todos los nombres: Ana Sara Fulvia Ayala de Morel.

En el mismo calabozo de Sara, junto al de su esposo –también eran impotentes testigos Sobko y Delgado- los guardias entraban y la vejaban. La mujer trataba de soportar en silencio, pero cuando gritaba, Pedro “se volvía loco y comenzaba a gritar. A veces, todos gritábamos para que él no oyera”, recordaron. “Los torturadores Borda y Chuleta eran los violadores”, se complementaron en el reconocimiento.

En ese piso de la Brigada, estuvieron Rogelio Tomassella, que fue torturado por tratar de defender a la mujer, aunque sea a los gritos; Dito Martínez, el policía federal riojano Oviedo, un dirigente rural de apellido Arce, que “es sacado por Borda y nunca más lo volvimos a ver”, precisó Delgado.

“Otra mujer que sufrió las peores vejaciones es Rosa Alcaraz”, recordó. La ex presa política tiene hoy problemas mentales y permanece recluida en su casa.

LA PATA JUDICIAL
Al recuperar su libertad, Delgado quedó con mucho temor, que fueron ciertos, cuando fue detenido por segunda vez. Ante esa situación, recurre al ex fiscal Roberto Mazzoni.
“Por pedido de Mazzoni me presentaba todas las mañanas y tardes a un viejo bar sobre la ex Antartida Argentina (hoy peatonal) a tomar un café”.

Así durante una semana. En esos 7 días “caminos por todo el centro, con él (por Mazzoni) tomándome del hombro. Fuimos a la plaza central (justo enfrente funcionaba la Brigada de Investigaciones)”. En fin, fue una especie de salvoconducto para poder circular por Resistencia sin ser detenido por la Patota.

Ya en democracia, Delgado tuvo que recurrir a un abogado, “Polo” Legal en este caso, para que el Juzgado Federal de Resistencia le tomara la denuncia sobre lo que pasó con el matrimonio de Pedro y Sara Fulvia.

EL CÓNCLAVE
Durante su cautiverio pasó varias horas –“me hice pis y caca”, señaló Sobko para marcar el tiempo que transcurrido- alado del baño de oficiales, junto a la puerta de lo que él denominó “cónclave”.

El “cónclave” reunía a militares: Jorge Larrateguy, jefe del Área 233, Tadeo Luis Bettolli, José Luis Patetta (ambos imputados), Hornos; los policías: Carlos Thomas, Wenceslado Ceniquel, José María Cardozo, Gabino Manader, José Francisco Rodríguez Valiente (imputados). “Decidían quién vivía y quién moría”, sentenció Sobko.

En ese contexto, explicó que la Brigada “era una máquina de torturar y matar” y disparó otra afirmación contundente: “La técnica para torturar y matar es la misma a la usada durante el Holocausto”.

CHISPAZOS
Justo cuando estaba declarando Rody, se produjeron los mayores chispazos. El primero estalló cuando denunció que la guardia dura de la alcaidía, entre ellos el imputado Oscar Galarza, tenía relación directa con la Patota de la Brigada.

Galarza, levantaba la mano pidiendo la palabra, como si estuviese en clases y no imputado en una sala de audiencias. El presidente del Tribunal Oral Federal, Víctor Alonso, lo retó: “Si quiere declarar, hágalo en el estrado”. Los ímpetus del ex guardia de la alcaidía se aplacaron para aclarar que iba a “declarar oportunamente”.

En otra escena chispeante, el mismo juez también repartió advertencias hacia la defensa (Oscar Gómez) y la fiscalía ad hoc (Carlos Amad).

Y la tensión que cerró la declaración de Sobko, se produjo cuando el defensor Ricardo Osuna insistía en preguntarle por el tamaño del espejo que escondía en su celda de la alcaidía: “Si era de este tamaño (dibujó con el dedo en el aire una especie de rectángulo un poco más grande que un libro) no estaría acá declarando, estaría desaparecido”.

Por Marcos Salomón
23/08/2010 - Causa Caballero: Juicio oral-Día 22
“¡Escupí el demonio!”
Es lo que le gritaba José María Cardozo a Miguel Ángel Molfino mientras era torturado. Durante dos horas, el escritor, periodista y publicista recordó sus días en el infierno. Mínimos testimonios correntinos.

Si bien este lunes la audiencia debate por la Causa Caballero fue tranquila y ágil, se puede decir que fue extraña: juntó a un bicho de ciudad del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), periodista, publicista, escritor; con campesinos correntinos de Ligas Agrarias que continúan ligados al campo en Bella Vista y Goya.
Abrió el fuego Miguel Ángel Molfino, que viene de presentar su último libro Monstruos Perfectos. A su izquierda, en diagonal, toda la familia Molfino en pleno, hasta el “más pequeño”: Martín Amarilla Molfino, el nieto recuperado Nº 98, hijo de los desaparecidos Gustavo Amarilla y Marcela Molfino.
En otra hilera de sillas, estaba la ‘correntinada’ – que espera ansiosa el inicio del juicio por crímenes de lesa humanidad en Goya. Llenó un sector de la sala de audiencias para venir a apoyar a los testigos: Adolfo y Juan Pedro Coronel, Mario Pezzelato y Víctor Hugo Arroyo.

Familia
Refugiado detrás de los anteojos y estrujando un papel - tipo ayuda memoria que nunca leyó - Molfino comenzó jurando por “los compañeros muertos y desaparecidos”, con su brazo derecho extendido hacia abajo, como apoyando su mano en una imaginaria ¿Biblia? ¿Constitución? o tal vez sobre ¿la memoria colectiva?
Ante la pregunta de rigor si conoce a los imputados, respondió: “Sí, como torturadores”. Y antes de comenzar su relato individual, hizo una breve reseña de la tragedia familiar: “La familia Molfino fue especialmente masacrada”, dijo.

Su madre fue asesinada en España en el marco del Plan Cóndor. Su hermana y cuñado (Marcela y Gustavo, padres de Martín, que los lleva impresos en su remera) continúan desaparecidos. Sus otros hermanos y cuñados estuvieron presos y/o se vieron forzados al exilio. Perseguidos por doble vía: la militancia en el ERP y la vinculación con la JP Regional 4ª, Montoneros.
Familia, y él mismo, que conocieron la delación de personas supuestamente conocidas, amigas o, incluso, un novio: Julio César Marturet (que perdió su cargo como funcionario público en Misiones al descubrirse este año que fue personal de Inteligencia del Batallón 601).

Detención
A Miguel Ángel lo detienen el 23 de mayo de 1979, tomando un café con el arquitecto Eduardo Buticce, en un bar cerca de Congreso. “No entiendo, si estábamos tomando un café con Blancanieves y te metían en cana, hasta Blanclanieves iba en cana”, ironizó, sin que haga falta aclaración alguna.
Tenía orden de captura desde hacía cuatro años, cuando dejó Resistencia porque lo había amenazado la Triple A, que le voló el auto. Prueba suficiente de que debía emigrar. Así Molfino terminó en Buenos Aires, donde fue arrestado y llevado a la Comisaría 3ª: “Me alojaron en el sótano, que ya era la 7ª, creo, un centro clandestino de detención, pero no es esta causa”.
Allí, entre otras cosas, le practicaron el “submarino”, hundiéndole la cabeza en un “tacho con mierda y meada”, contó. Y lo encierran en un calabozo, con una leyenda escrita con sangre: “Mañana voy a estar en el cielo”.
En avión de línea, esposado y con dos custodios, lo traen a Resistencia. Lo alojan en la alcaidía policial, en un calabozo donde “veo escrito 'Ale', con letra de mi hermana”. Trata de nombrar abogado a “Peco” Tissembaun, pero por los aprietes termina con Soria Ojeda como defensor.

La (in)Justicia
Ya ante la Justicia Federal, “veo al bufón judicial (Domingo) Rescka. Cuando me entrevisto con (el ex fiscal Carlos) Flores Leyes, asoma el cuerpo (el también ex fiscal Roberto) Mazzoni y le dice: a éste hay que darle con todo, mientras Flores Leyes guardaba en el cajón una pistola que dejó sobre su escritorio”.
A ambos los conocía de un lustro atrás, cuando realizaba denuncias contra la Patota de la Brigada de Investigaciones. Y Flores Leyes, le anticipó el infierno que le esperaba: “Otras veces te salvaste, ahora te van a hacer papillas”.

A pesar de ese escenario, consigue la libertad. Lo iban a largar a la medianoche, lo que no era una buena noticia. La orden queda interrumpida, porque Molfino pasa a disposición del Área Militar 233, con destino la Brigada de Investigaciones. Soria Ojeda, su abogado le dice: “Si (el comisario Carlos) Thomas te mortifica, haceme llamar”. “Qué les iba a decir mientras me torturaban: llamá a mi abogado. Me iban a dar más”, recordó.

Y así, llegó a la temida Brigada, sobre calle Juan B. Justo, donde lo esperaban sus ya conocidos, entre ellos el imputado Gabino Manader “que era la encarnación del mal”, describió Molfino”.
Molfino ya los conocía, porque antes, entre 1973 y 1974, era corresponsal en Resistencia del diario de izquierda El Mundo, con oficinas sobre Juan B. Justo, a dos cuadras de la Brigada. Ya entonces, lo iban a buscar por averiguación de antecedentes y le aplicaban golpes en el torso, pero nada como lo que iba a venir después.

El infierno
A pesar de las dificultades para escucharlo, por problemas de sonido en la audiencia - también hubo problemas con el audio de los abogados -, Molfino contó así su llegada a la Brigada: “Si hay un infierno, ésta era la entrada”. Y su entrada, no fue con chamamé de José Marín, alias “Cabo Sotelo”, sino al ritmo de Zorba, el griego.
Lo primero que escuchó fue “el grito de alegría animal” de Thomas, el fallecido mandamás de la Patota. “Acá está Molfino”, gritaba Manader. “¿Por qué tiembla este hombre?”, preguntó con sorna.
“La tortura era un frenesí sin preguntar nada”, graficó Miguel Ángel. “Ya la organización (ERP) estaba diezmada, no existía. Pero, “querían destrozarme. Había una perversión por golpearme. Y no entiendo esa obsesión de picanear en los genitales y en el ano”.
Por suerte, para no terminar en el infierno, tenía el exorcismo de la propia policía: “(José María) Cardozo me decía escupí el demonio”. Lo obligaban a rezar. Éste policía, “usaba un perfume barato que era un asco. Y el olor horrible, traía hombre horribles”, señaló Molfino, que para ese entonces había agudizado la capacidad olfativa y auditiva, hasta que “Manader, de un telefonazo, me rompió un tímpano”.

Sin perder su dignidad, masticando cada palabra, recordó la conversación de dos carceleros: “Los subversivos son todos putos”. Acto seguido, “me metieron un palo por el culo”. Tuvo una hemorragia y tras ser revisado por el doctor Vidal González, lo tuvieron que internar en el Hospital Perrando, donde lo atendió el médico Schamber, que viendo los magullones, preguntó qué había ocurrido: “Son marcas de nacimiento”, contestó Molfino, que a pesar de todo no había perdido su ironía. Más tarde, se enteraría que en la morgue del Perrando estaba el cuerpo de Carlos Picolli, dirigente de Ligas Agrarias de Sáenz Peña.
A pesar de que el médico no le quiso dar el alta, se lo llevaron a la Brigada. “Me pegaban y me desmayaba, ya no podía más. A esa altura, tenía ganas de morirme, ya no caminaba, me arrastraba”, confesó.

No te registro
Primero, lo trasladan a la alcaidía policial. Luego, a la U7. “Meaba sangre y pido médico. Me llevan ante el doctor Schanton, un viejo conocido de la familia. Lo saludo y me dice a 2 metros, con las manos atrás. Le cuento lo de la tortura en la Brigada y que meaba sangre. A lo que me contesta: Molfino, no te estarás haciendo mucho la paja vos, me da una Dipirona y nada más”.

Luego, médicos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) constataron las heridas, entre ellos el doctor Castro, otro amigo de la familia Molfino.

No se aclimató a la U7 que lo volvieron a la Brigada. Esta vez lo encerraron en un calabozo, junto al de Luisa Rodríguez, viuda de Carlos Caires, víctima de la Masacre de Margarita Belén.
Miguel Ángel escucha cómo Luisa los putea. “Hijos de puta, vayan a coger a su casa”, les grita desde su celda. De inmediato, Carlos Silva Longhi le pone un cuchillo en el escroto y lo amenaza con castrarlo si no se callaba. Le pone algodón en los oídos y se retira.
En la Brigada, también vio a Eraldo Olivera, Emilio Zárate - “que pegaba y se escondía como un ratoncito” -, Yedro, Wenceslado Ceniquel - jefe de policía -. Tras las penurias, lo someten a un Consejo de Guerra y su propio abogado defensor le recomienda - inexplicablemente - que se declare culpable en al menos tres delitos o por el crimen de Víctor Sánchez, para salir libre.

Informe: Marcos Salomón
23/08/2010 - Causa Caballero
Corrientes te va a ayudar: los que vieron al matrimonio Morel
Los hermanos Adolfo y Juan Pedro Coronel, oriundos de Bella Vista; Mario Pezzelato y Víctor Hugo Arroyo, de Goya, fueron los cuatro correntinos que declararon este lunes en el juicio oral y público por la Causa Caballero.

Pero ninguno estuvo detenido en alcaidía policial ni en la Brigada de Investigaciones (la causa justamente se centra en las torturas cometidas en ambos lugares entre 1974 y 1979). Por lo que estuvieron 10 minutos, el que más, y 4 minutos, el más breve.

El dato clave en sus testimonios casi pasó desapercibido: todos habían visto o conocido al matrimonio de Pedro Morel y Sara Fulvia Ayala –incluso, uno de los testigos conoció a la pequeña hija de ambos, cuando tenía 8 meses-. Treinta y tantos años después, esa pequeña, hija del matrimonio de Pedro y Sara Fulvia, escuchaba entre el público del juicio por la Causa Caballero.
La desaparición de los Morel forma parte del denominado “juicio residual” por la Causa Caballero.

Son siete los testigos para la jornada
Se retoma hoy la Causa Caballero con la declaración del escritor Miguel Molfino

23/08/2010 - La audiencia comenzará a las 8.30, como es habitual, y se esperan las declaraciones de Víctor Hugo Arroyo, Mario Horacio Pezzelato, Juan Pedro Coronel, Adolfo Adrián Coronel, Antonio Heraldo Prieto y Roberto Antenor Gaúna.

El juicio denominado “Causa Caballero”, que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en la Brigada de Investigaciones y la Alcaidía de Resistencia, durante 1975 y hasta la vuelta de la democracia, tendrá hoy como testigo al periodista y escritor Miguel Ángel Molfino, quien se encargará de narrar acerca de lo que le tocó vivir durante la última dictadura militar en el Chaco.

Para hoy también se esperan las declaraciones de Víctor Hugo Arroyo, Mario Horacio Pezzelato, Juan Pedro Coronel, Adolfo Adrián Coronel, Antonio Heraldo Prieto y Roberto Antenor Gaúna, y la audiencia iniciará, como es habitual, a las 8.30 en el Tribunal Oral Federal. La asistencia está abierta a la ciudadanía al ser un juicio oral y público y las declaraciones de quienes estuvieron detenidos en la Brigada de Investigaciones, (el cual fue un centro clandestino de detención, ya que allí estuvieron “desaparecidos”), con el correr de los días complica cada vez más a los acusados a quienes identifican como sus captores y torturadores por sus apellidos.

De los datos para destacar, resalta el de quien se hacía llamar Cabo Sotelo, (Marín), que se encargaba de ejecutar un acordeón para, de alguna manera, “tapar” los gritos de quienes eran torturados en el edificio en el que hoy en día se ubica la Casa de la Memoria.

El reconocimiento de las celdas, calabozos y hasta sótanos en los cuales eran alojados y torturados los detenidos también va cobrando solidez ya que varios de quienes declararon estuvieron en esos lugares donde padecieron el cautiverio.

Pero también se busca conocer sobre los responsables de las constantes golpizas que se producían en la Alcaidía de Resistencia. Allí aparecen los apellidos de Galarza y Roldán, (los más mencionados), como los que se encargaban de atormentar a los presos, estando en la guardia del temido oficial Octavio Ayala.

Dentro de la sala
Si bien corresponde a otra causa, en este sentido la golpiza más lamentable y la que más partícipes tuvo es la que se produjo el 12 de diciembre de 1976, (la noche antes de que se traslade a los presos políticos antes de fusilarlos en Margarita Belén), y que duró entre 3 y 5 horas.

Dentro de lo que sucede específicamente en la sala, se destacan los encontronazos producidos entre los abogados defensores y el tribunal, presidido por Víctor Alonso, ante, a veces, las preguntas consideradas fuera del objeto de la causa o que no tienen que ver en sí con lo que se está tratando de investigar.
23/08/2010 - Causa Caballero .Juicio oral – día 22
“Escupí el demonio”
Es lo que le gritaba José María Cardozo a Miguel Ángel Molfino mientras era torturado. Durante dos horas, el escritor, periodista y publicista recordó sus días en el infierno. Mínimos testimonios correntinos.

Si bien la audiencia debate por la Causa Caballero fue tranquila y ágil, se puede decir que fue extraña: juntó a un bicho de ciudad del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), periodista, publicista, escritor; con campesinos correntinos de Ligas Agrarias que continúan ligados al campo en Bella Vista y Goya.

Abrió el fuego Miguel Ángel Molfino, que viene de presentar su último libro Monstruos Perfectos. A su izquierda, en diagonal, toda la familia Molfino en pleno, hasta el “más pequeño”: Martín Amarilla Molfino, el nieto recuperado Nº 98, hijo de los desaparecidos Gustavo Amarilla y Marcela Molfino.

En otra hilera de sillas, estaba la correntinada –que espera ansiosa el inicio del juicio por crímenes de lesa humanidad en Goya-. Llenó un sector de la sala de audiencias para venir a apoyar a los testigos: Adolfo y Juan Pedro Coronel, Mario Pezzelato y Víctor Hugo Arroyo.

FAMILIA
Refugiado detrás de los anteojos y estrujando un papel –tipo ayuda memoria- que nunca leyó, Molfino comenzó jurando por “los compañeros muertos y desaparecidos”, con su brazo derecho extendido hacia abajo, como apoyando su mano en una imaginaria ¿Biblia? ¿Constitución? o tal vez sobre ¿la memoria colectiva?

Ante la pregunta de rigor si conoce a los imputados, respondió: “Sí, como torturadores”. Y antes de comenzar su relato individual, hizo una breve reseña de la tragedia familiar: “La familia Molfino fue especialmente masacrada”.

Su madre: asesinada en España en el marco del Plan Cóndor. Su hermana y cuñado (Marcela y Gustavo, padres de Martín, que los lleva impresos en su remera) continúan desaparecidos. Sus otros hermanos y cuñados estuvieron presos y/o se vieron forzados al exilio. Perseguidos por doble vía: la militancia en el ERP y la vinculación con la JP Regional 4ª, Montoneros.

Familia, y él mismo, que conocieron la delación de personas supuestamente conocidas, amigas o, incluso, un novio: Julio César Marturet (que perdió su cargo como funcionario público en Misiones al descubrirse este año que fue personal de Inteligencia del Batallón 601).

DETENCIÓN
A Miguel Ángel lo detienen el 23 de mayo de 1979, tomando un café con el arquitecto Eduardo Buticce, en un bar cerca de Congreso. “No entiendo, si estábamos tomando un café con Blancanieves y te metían en cana, hasta Blanclanieves iba en cana”, ironizó, sin que haga falta aclaración alguna.

Tenía orden de captura desde hacía cuatro años, cuando dejó Resistencia porque lo había amenazado la Triple A, que le voló el auto. Prueba suficiente de que debía emigrar. Así Molfino terminó en Buenos Aires, donde fue arrestado y llevado a la Comisaría 3ª: “Me alojaron en el sótano, que ya era la 7ª, creo, un centro clandestino de detención, pero no es ésta causa”.

Allí, entre otras cosas, le practicaron el “submarino”, hundiéndole la cabeza en un “tacho con mierda y meada”, contó. Y lo encierran en un calabozo, con una leyenda escrita con sangre: “Mañana voy a estar en el cielo”.

En avión de línea, esposado y con dos custodios, lo traen a Resistencia. Lo alojan en la alcaidía policial, en un calabozo donde “veo escrito Ale, con letra de mi hermana”. Trata de nombrar abogado a “Peco” Tissembaun, pero por los aprietes termina con Soria Ojeda como defensor.

LA (IN)JUSTICIA
Ya ante la Justicia Federal, “veo al bufón judicial (Domingo) Rescka. Cuando me entrevisto con (el ex fiscal Carlos) Flores Leyes, asoma el cuerpo (el también ex fiscal Roberto) Mazzoni y le dice: a este hay que darle con todo, mientras Flores Leyes guardaba en el cajón una pistola que dejó sobre su escritorio”.

A ambos los conocía de un lustro atrás, cuando realizaba denuncias contra la Patota de la Brigada de Investigaciones. Y Flores Leyes, le anticipó el infierno que le esperaba: “Otras veces te salvaste, ahora te van a hacer papillas”.

A pesar de ese escenario, consigue la libertad. Lo iban a largar a la medianoche, lo que no era una buena noticia. La orden queda interrumpida, porque Molfino pasa a disposición del Área Militar 233, con destino la Brigada de Investigaciones. Soria Ojeda, su abogado le dice: “Si (el comisario Carlos) Thomas te mortifica, haceme llamar”. “Qué les iba a decir mientras me torturaban: llamá a mi abogado. Me iban a dar más”, recordó.

Y así, llegó a la temida Brigada, sobre calle Juan B. Justo, donde lo esperaban sus ya conocidos, entre ellos el imputado Gabino Manader “que era la encarnación del mal”, describió Molfino!”.

Molfino ya los conocía, porque antes, entre 1973 y 1974, era corresponsal en Resistencia del diario de izquierda El Mundo, con oficinas sobre Juan B. Justo, a dos cuadras de la Brigada. Ya entonces, lo iban a buscar por averiguación de antecedentes y le aplicaban golpes en el torso, pero nada como lo que iba a venir después.

EL INFIERNO
A pesar de las dificultades para escucharlo, por problemas de sonido en la audiencia
-también hubo problemas con el audio de los abogados-, Molfino contó así su llegada a la Brigada: “Si hay un infierno, ésta era la entrada”. Y su entrada, no fue con chamamé de José Marín, alias “Cabo Sotelo”, sino al ritmo de Zorba, el griego.
Lo primero que escuchó fue “el grito de alegría animal” de Thomas –el fallecido mandamás de la Patota-. “Acá está Molfino”, gritaba Manader. “¿Por qué tiembla este hombre?”, preguntó con sorna.

“La tortura era un frenesí sin preguntar nada”, graficó Miguel Ángel. “Ya la organización (ERP) estaba diezmada, no existía. Pero, “querían destrozarme. Había una perversión por golpearme. Y no entiendo esa obsesión de picanear en los genitales y en el ano”.

Por suerte, para no terminar en el infierno, tenía el exorcismo de la propia policía: “(José María) Cardozo me decía escupí el demonio”. Lo obligaban a rezar. Éste policía, “usaba un perfume barato que era un asco. Y el olor horrible, traía hombre horribles”, señaló Molfino, que para ese entonces había agudizado la capacidad olfativa y auditiva, hasta que “Manader, de un telefonazo, me rompió un tímpano”.

Sin perder su dignidad, masticando cada palabra, recordó la conversación de dos carceleros: “Los subversivos son todos putos”. Acto seguido, “me metieron un palo por el culo”.
Lo reconoció Campos, que estuvo en la U7 cuando trasladaron a las víctimas
Martínez Segón, implicado en la causa de Margarita, fue defensor de un testigo en el Consejo de Guerra
20/08/2010 - La cita corresponde al ex preso político Jorge Campos, que fue preso durante la dictadura militar y permaneció en la Unidad 7 de Resistencia cuando trasladaron a las que luego fueron algunas de las víctimas de la masacre en Margarita Belén.


Ayer se presentó como testigo en la causa que investiga el fusilamiento de más de 20 presos políticos el 13 de diciembre de 1976, conocida como Masacre de Margarita Belén, y por el cual están implicados ocho ex militares y un ex policía de la provincia, Jorge Campos, que actualmente es empleado municipal, y la frase fue la respuesta a una pregunta realizada por uno de los abogados de los defensores, porque Campos manifestó que el día antes de la masacre, cuando se sacaron a algunos detenidos para un supuesto traslado, notaron la presencia del ejército en las inmediaciones de la U7, (donde él se encontraba preso), más precisamente sobre las pasarelas donde se encuentran las garitas de los guardias.
“¿Cómo era el uniforme militar que observó?”, fue la pregunta, a lo que dijo simplemente que era verde y cuando se pidió la especificación sobre cómo reconoció que era gente del ejército, refirió que conocía el uniforme porque “acá se encuentra presente quien fue mi defensor en el Consejo de Guerra, Martínez Segón”, nada más y nada menos que uno de los implicados en la causa y que hoy se sienta en el banquillo de los acusados. Fue en este momento tan particular en que la sala entera no pudo contener la risa por la sinceridad y claridad del testigo ya que no se esperaba semejante respuesta.
Los consejos de guerra se realizaban durante la dictadura militar específicamente a los presos políticos mediante los cuales generalmente se los condenaba por delitos que ignoraban o bien por cuestiones poco claras. De quienes declararon en la Causa Margarita Belén y estuvieron detenidos en aquella época, la mayoría estuvo sometido a estos enjuiciamientos y por los cuales se los condenaba hasta por 20 años de prisión en algunos casos, aunque con la llegada de la democracia, en 1983, estas sentencias quedaron totalmente nulas.
De hecho, a Campos se le aplicó un Consejo de Guerra en julio de 1979, un mes después de haber sido liberado. En esta oportunidad se le informó que se encontraba a disposición del Área 233 y fue conducido hasta la sede del Regimiento de La Liguria, donde un grupo de militares lo enjuició.
Mucho antes de este acontecimiento, el testigo comenzó su relato comentando que estuvo detenido en la Brigada de Investigaciones, donde sufrió las torturas y el tormento junto a Tierno, Franzen, Parodi Ocampo y Cuevas, todos ellos luego víctimas de la masacre y con el correr de su declaración, las ansias y quizás los nervios mismos por recordar situaciones pasadas que fueron del todo tormentosas, es que Campos mientras agarraba el micrófono con la mano derecha se refregaba constantemente la pierna izquierda con la otra mano.
Según indicó, las mismas personas antes nombradas fueron a las que se las sacó de la U7 el 12 de diciembre para ser “trasladadas”, y del pabellón Nº 4 a Duarte, también asesinado, en tanto que Cuevas caminaba con dificultad por haber sido herido de bala en una de sus piernas.
Campos fue el segundo en declarar durante la jornada de ayer, antes lo había hecho Julio Cossi,o detenido en 1975 y que también estuvo en la U7 el día que trasladaron a los presos políticos. Su testimonio fue bastante emotivo, lo que quedó claro cuando realizaba largas pausas antes de recordar lo que le tocó vivir.
“Es muy probable que termine en la muerte”, le había dicho Néstor Salas, que se encontraba en el Pabellón Nº 1 aquel 12 de diciembre de 1976, en tanto que de otros pabellones salieron Tierno, Barco y “el Negro” Duarte. Días posteriores, logró completar la lista de quienes fueron sacados de allí con el nombre de Parodi Ocampo.
Con estas declaraciones iban tomando protagonismo cada vez más los familiares de los acusados, como los mismos implicados en la causa, que negaban o asentían ante lo que escuchaban. Lo que aparentemente no podían creer eran las condiciones en que se realizaban los traslados, que, para el testigo y con semejante rigurosidad, “no creo que haya un delirante que haya intentado una fuga”, ante la pregunta de esta posibilidad por parte de la defensa.

La Bemba y Losito
Pero lo que aparentemente terminó de sacar de las casillas a Horacio Losito, (uno de los acusados), fue la explicación y el ejemplo que el ex detenido dio con la palabra “Bemba”, que en la jerga carcelaria significa rumor, o bien un trascendido que se puede llegar a escuchar en el penal y que corre de boca en boca de los presos.
Es que Cossio puso el siguiente ejemplo: “Supongamos que corre el rumor de que afuera hay un jugador de fútbol que `la rompe´ y que se llama Maradona”, eso es una “bemba”, una información que no es oficial pero que es escuchada y reproducida por varias personas. En este momento el bigote del acusado pareció abrirse en dos y dejó ver la boca y los dientes de un Losito que pocas veces muestra algún gesto particular, en una carcajada casi muda, tal vez porque esperaba quizás otro ejemplo que no tuvo.

Amenazada para no hablar
Sorprendió a toda la audiencia también el testimonio del tercer testigo de la jornada de ayer: Norma Godoy, que tuvo que renunciar en 1981 a su trabajo por las amenazas que recibía, ya que conoció acerca de un episodio “raro” en el cementerio donde prestaba servicio. El 15 de diciembre de 1976, quien era su capataz, un hombre de apellido Centurión, (hoy fallecido), comentó que fueron ingresados durante la madrugada cuerpos en bolsas plásticas y otros en cajones y que fueron enterrados esa misma noche, traídos por personal militar.
Según indicó, los mismos se encontrarían en la Sección G, Nº 12 y 8 del cementerio pero al poco tiempo del hecho, aseguró que hubo un militar de apellido Juárez y apodado “el negro”, que constantemente concurría para vigilar y controlar hasta de lo que hablaban los empleados.
Sin embargo, impactó aun más lo que manifestó al tribunal acerca de una persona que trabajaba con ella y que hoy en día estaría desaparecida, porque nunca más supieron su paradero. Se trata de Carmen Ferreira, apodada “Pelusa”, de quien primero desapareció su esposo y luego ella, todo esto tras aquel episodio en que trajeron los cuerpos.
Finalmente fue el turno de Daniel Hipper, este carpintero de 64 años que si bien no recordaba haber declarado en la causa ante el juez federal Skidelsky en 2005, luego de que se le haya mostrado la firma del documento, rememoró, aunque algunas cosas con menos precisiones, algo que justificó porque refirió haber sufrido un accidente cerebro vascular.
Cerca de las 13.30 concluyó su declaración, en medio de fuertes encontronazos entre las partes y que finalmente tuvo una salida considerada como la más adecuada, por parte del fiscal Germán Wiens Pinto, quien manifestó que por la condición de salud, y teniendo en cuenta que ya había declarado ante un juez, se termine con su testimonio, algo que el tribunal también aceptó y el testigo se retiró de la sala. La audiencia pasó a un cuarto intermedio para el día 26 de agosto próximo.

20/08/2010 - Causa Caballero: Juicio Oral - Día 21
“El Cabo Sotelo organizó una orgía con detenidas”

Lo dijo el periodista Luis Alarcón. Aclaró que las mujeres fueron obligadas al aberrante acto en la Brigada. También declararon Luis Albano Rossi y José Luís Núñez. El lunes continúa la causa con el testimonio de Miguel Angel Molfino y seis testigos.

La vigésimo primera jornada del juicio oral por la Causa Caballero, fue ágil como nunca antes. Declararon tres “Luises” todos ex detenidos por razones políticas: comenzó Rossi, con una prolija descripción de su detención en la Brigada y la Alcadía; siguió Núñez, que habló sobre lo que le contaron en la U7 los presos que llegaban desde la Brigada, y cerró el periodista Alarcón, que relató los abusos de José Marín –alias “Cabo Sotelo”- a grupos de mujeres detenidas y cómo desde el Poder Judicial se legitimó el terrorismo de Estado.

No hubo cruces ni descarga de artillería entre querella – fiscalía, defensa y juez, es más, hasta la declaración de Alarcón casi no hubo preguntas. Rossi habló y fue desocupado sin consultas ni pedidos de “aclaraciones” de ningún tipo y Núñez, con un impresionante parecido al diputado Carlos Martínez, declaró en 10 minutos y fue interrogado una sola vez.

El testimonio del correntino José Luis Núñez fue el más breve de la jornada y posiblemente, de toda la causa: en 10 minutos contó lo que pudo escuchar sobre la temible Brigada en los dos años que estuvo detenido en la U7. “Todos contaban que el trato era humillante, y los torturadores más nombrados eran Manader y Thomás”, acotó.

La causa continuará el lunes, cuando se reiniciarán los debates con los testimonios de Víctor Hugo Arroyo, Mario Horacio Pezzelato, Juan Pedro Coronel, Adolfo Adrián Coronel, Antonio Heraldo Prieto, Roberto Antenor Gauna, y el escritor y periodista Miguel Ángel Molfino. En este capítulo de la saga Caballero, el protagonismo lo tendrán las caídas de militantes durante el año 1977.

ORGÍAS
El testimonio de Alarcón fue expeditivo y centrado exclusivamente en lo que pudo ver o escuchar, y se negó a decir cosas que no pudiera sostener con seguridad. Aún así, los gravísimos hechos que relató eximen a cualquiera de la necesidad de exagerar. Fue detenido el 27 de mayo de 1976, en la redacción del diario Crisol, por un grupo de civiles en razón de su “militancia en agrupaciones secundarias” y estuvo detenido en la Brigada, la Alcaidía, la U7 y otros penales del país hasta su liberación desde Rawson en 1983.

En la Brigada, sufrió la picana eléctrica y las palizas de la patota que integraban Carlos Silva Longui, Gabino Manader, José María Cardozo, Ramón Esteban Meza y Marín (alias “Cabo Sotelo”) y reveló los extremos a los que puede descender la naturaleza humana cuando desconoce la dignidad de otros semejantes.

“El cabo Sotelo organizó una suerte de orgía con detenidas”, afirmó, y se apresuró a remarcar, como si hiciera falta, que las mujeres “eran obligadas por las circunstancias”. Mientras tanto, Marín se hundía en su silla, buscando escondite detrás de las anchas espaldas de Lucio Humberto Caballero.

Los dichos de Alarcón coinciden con lo manifestado anteriormente por la diputada nacional Elsa Quiroz en la causa: “La tortura era un divertimento de varios”, señaló en esa ocasión y relató el caso de un detenido al que obligaron a desnudarse y tirarse encima de una mujer y a quienes les “dirigían la situación”.

Antes Alarcón había contado los casos de madres detenidas en la Brigada; María Teresa Pressa (embarazada, esposa de Manuel Parodi Ocampo, asesinado en la Masacre de Margarita Belén) Graciela de la Rosa, (embarazada, compañera de Patricio Blas Tierno, otro masacrado) y Nora Valladares (18 años de edad, con un bebe de meses). Contó cómo una vez los guardias le dijeron que llevara al baño a Nora Valladares, “porque no podía caminar y había perdido el habla por las torturas recibidas”.

Relató que en la Brigada prestó declaración ante el juez Luis Ángel Córdoba y el secretario Domingo Mazzoni, “pocos pasos de la sala de tortura” y en presencia de Silva Longhi. “El juez era parte de ese sistema represivo” sentenció.

Córdoba falleció, Mazzoni fue secretario del juzgado federal de Resistencia desde mayo de 1974 hasta agosto de 1976, cuando fue nombrado fiscal, puesto desde el que persiguió a muchos detenidos, tal el caso de Hugo Barúa secuestrado y torturado en su domicilio por los imputados Manader y Cardozo (fallecido) ante la presencia del funcionario judicial.

BAJO TORTURA
“Fui detenido el 6 ó 7 de septiembre de 1975 por personal de la Brigada de civil”, arrancó Luis Albano Rossi, que habló demostrando mucha seguridad, y dio una detallada descripción de un interrogatorio bajo tortura.

Fue interrogado por el secretario del Juzgado Federal Carlos Flores Leyes dos veces. La primera vez, el funcionario judicial le hizo las mismas preguntas que sus torturadores y lo amenazó con 10 años de cárcel. La segunda. lo careó con la detenida Rosa Alcaraz, destruida física y psicológicamente por los vejámenes a los que fue sometida.

En la Brigada le ponen un pulóver en la cabeza y le pegan trompadas y gomazos en las piernas, para ablandarlo. Después, comenzaron las preguntas.

- ¿Dónde están los fierros?- (piñas).

- ¿Dónde está Lucía Gómez? (actualmente desaparecida, y más piñas).

Cómo no contestaba, le bajaron la camisa y los pantalones. Primero le pasaron electricidad al voleo, y de manera intermitente, hasta darle más precisión al castigo y concentrar la tortura en los testículos y las tetillas. Un buen rato así, hasta que de alguien dijo: “Este es un perejil” y Rossi recibió un puñetazo en la mandíbula que lo desvaneció.
Despertó sobre un colchón, siendo pateado por un policía que le decía: “Levantate”. Le sacó la venda y las esposas y lo llevó al baño para que se limpie un poco. “A este le dieron con todo”, escuchó que comentaban otros agentes presentes en el lugar.

Cuando el testigo relató como lo castigaron con piñas y patadas después de insistir en que lo dejen ir al baño señalando a los dos últimos como los pegadores más enérgicos, el grandote Galarza intentó esconderse, sin lograrlo, mientras que Roldán, en la primera fila, solo atinó a reír nerviosamente.

Manader: un James Bond con picana
Cuando al periodista Luis Alarcón lo llevaron a la Brigada, lo primero que hicieron fue vendarlo y después, fajarlo. Al tiempo, cuando llegó el momento de montar la farsa legal y tomarle una declaración, sus sagaces captores le sacaron la venda. Así, la víctima pudo relacionar los rostros con las voces que escuchó durante los golpes y la aplicación de corriente eléctrica.

Relató que Silva Longhi era fácil de indentificar por su voz grave, inconfundible “de artista de radioteatro” y de Manader dijo que era muy expresivo, “se hacía notar como una persona más importante de lo que en verdad era, sobreactuaba su rol de agente en lo que ellos llamaban la lucha contra la subversión, como James Bond”.

La partida de ajedrez inconclusa
Luis Alarcón recordó, de su paso por la Alcaidía, entre agosto y noviembre de 1976, el aguante de Patricio Tierno (militante oriundo de La Plata, asesinado en la Masacre de Margarita Belén) ante los apremios ilegales.

Una vez, se lo encontró con los pies muy magullados por el castigo de la picana, y cuando le preguntó cómo se sentía, el platense le restó importancia y hasta se permitió bromear: “Estuve en los jueguitos electrónicos.

El 12 de diciembre, estaban jugando al ajedrez cuando llegó la orden de traslado para Tierno. “Se puso de pie y me dijo: ‘este es el final para mí”. Alarcón intentó creer otra cosa, para darle y darse ánimo; le habló de la posibilidad de que se tratase de una visita, algo sumamente improbable, “las piezas de ajedrez quedan sin tocar, hasta la próxima partida” le dijo, y nunca más volvieron a verse.

Informe: Gonzalo Torres
Edición: Marcos Salomón
20/08/2010 - Causa Caballero -Juicio Oral - día 21
“El Cabo Sotelo organizó una orgía con detenidas”
Lo dijo el testigo y periodista Luis Alarcón. Dejó en claro que las mujeres fueron obligadas a participar del aberrante acto perpetrado en la Brigada. También declararon Luis Albano Rossi y José Luís Núñez. El lunes continúa la causa con el testimonio del escritor Miguel Angel Molfino y otros seis testigos.

La vigésimo primera jornada del juicio oral por la Causa Caballero, fue ágil como nunca antes. Declararon tres “Luises” todos ex detenidos por razones políticas: comenzó Rossi, con una prolija descripción de su detención en la Brigada y la Alcadía; siguió Núñez, que habló sobre lo que le contaron en la U7 los presos que llegaban desde la Brigada, y cerró el periodista Alarcón, que relató los abusos de José Marín –alias “Cabo Sotelo”- a grupos de mujeres detenidas y cómo desde el Poder Judicial se legitimó el terrorismo de Estado.

No hubo cruces ni descarga de artillería entre querella – fiscalía , defensa y juez, es más, hasta la declaración de Alarcón casi no hubo preguntas. Rossi habló y fue desocupado sin consultas ni pedidos de “aclaraciones” de ningún tipo y Núñez, con un impresionante parecido al diputado Carlos Martínez, declaró en 10 minutos y fue interrogado una sola vez.

El testimonio del correntino José Luis Núñez fue el más breve de la jornada y posiblemente, de toda la causa: en 10 minutos contó lo que pudo escuchar sobre la temible Brigada en los dos años que estuvo detenido en la U7. “Todos contaban que el trato era humillante, y los torturadores más nombrados eran Manader y Thomás”, acotó.
La causa continuará el lunes, cuando se reiniciarán los debates con los testimonios de Víctor Hugo Arroyo, Mario Horacio Pezzelato, Juan Pedro Coronel, Adolfo Adrián Coronel, Antonio Heraldo Prieto, Roberto Antenor Gauna, y el escritor y periodista Miguel Ángel Molfino. En este capítulo de la saga Caballero, el protagonismo lo tendrán las caídas de militantes durante el año 1977.

ORGÍAS
El testimonio de Alarcón fue expeditivo y centrado exclusivamente en lo que pudo ver o escuchar, y se negó a decir cosas que no pudiera sostener con seguridad. Aún así, los gravísimos hechos que relató eximen a cualquiera de la necesidad de exagerar. Fue detenido el 27 de mayo de 1976, en la redacción del diario Crisol, por un grupo de civiles en razón de su “militancia en agrupaciones secundarias” y estuvo detenido en la Brigada, la Alcaidía, la U7 y otros penales del país hasta su liberación desde Rawson en 1983.

En la Brigada, sufrió la picana eléctrica y las palizas de la patota que integraban Carlos Silva Longui, Gabino Manader, José María Cardozo, Ramón Esteban Meza y Marín (alias “Cabo Sotelo”) y reveló los extremos a los que puede descender la naturaleza humana cuando desconoce la dignidad de otros semejantes.

“El cabo Sotelo organizó una suerte de orgía con detenidas”, afirmó, y se apresuró a remarcar, como si hiciera falta, que las mujeres “eran obligadas por las circunstancias”. Mientras tanto, Marín se hundía en su silla, buscando escondite detrás de las anchas espaldas de Lucio Humberto Caballero.

Los dichos de Alarcón coinciden con lo manifestado anteriormente por la diputada nacional Elsa Quiroz en la causa: “La tortura era un divertimento de varios”, señaló en esa ocasión y relató el caso de un detenido al que obligaron a desnudarse y tirarse encima de una mujer y a quienes les “dirigían la situación”.

Antes Alarcón había contado los casos de madres detenidas en la Brigada; María Teresa Pressa (embarazada, esposa de Manuel Parodi Ocampo, asesinado en la Masacre de Margarita Belén) Graciela de la Rosa, (embarazada, compañera de Patricio Blas Tierno, otro masacrado) y Nora Valladares (18 años de edad, con un bebe de meses). Contó cómo una vez los guardias le dijeron que llevara al baño a Nora Valladares, “porque no podía caminar y había perdido el habla por las torturas recibidas”.

Rlató que en la Brigada prestó declaración ante el juez Luis Ángel Córdoba y el secretario Domingo Mazzoni, “pocos pasos de la sala de tortura” y en presencia de Silva Longhi. “El juez era parte de ese sistema represivo” sentenció.

Córdoba falleció, Mazzoni fue secretario del juzgado federal de Resistencia desde mayo de 1974 hasta agosto de 1976, cuando fue nombrado fiscal, puesto desde el que persiguió a muchos detenidos, tal el caso de Hugo Barúa secuestrado y torturado en su domicilio por los imputados Manader y Cardozo (fallecido) ante la presencia del funcionario judicial.

BAJO TORTURA
“Fui detenido el 6 ó 7 de septiembre de 1975 por personal de la Brigada de civil”, arrancó Luis Albano Rossi, que habló demostrando mucha seguridad, y dio una detallada descripción de un interrogatorio bajo tortura.

Fue interrogado por el secretario del Juzgado Federal Carlos Flores Leyes dos veces. La primera vez, el funcionario judicial le hizo las mismas preguntas que sus torturadores y lo amenazó con 10 años de cárcel. La segunda. lo careó con la detenida Rosa Alcaraz, destruida física y psicológicamente por los vejámenes a los que fue sometida.

En la Brigada le ponen un pulóver en la cabeza y le pegan trompadas y gomazos en las piernas, para ablandarlo. Después, comenzaron las preguntas.
- ¿Dónde están los fierros?- (piñas).

- ¿Dónde está Lucía Gómez? (actualmente desaparecida, y más piñas).
Cómo no contestaba, le bajaron la camisa y los pantalones. Primero le pasaron electricidad al voleo, y de manera intermitente, hasta darle más precisión al castigo y concentrar la tortura en los testículos y las tetillas. Un buen rato así, hasta que de alguien dijo: “Este es un perejil” y Rossi recibió un puñetazo en la mandíbula que lo desvaneció.
Despertó sobre un colchón, siendo pateado por un policía que le decía: “Levantate”. Le sacó la venda y las esposas y lo llevó al baño para que se limpie un poco. “A este le dieron con todo”, escuchó que comentaban otros agentes presentes en el lugar.

Cuando el testigo relató como lo castigaron con piñas y patadas después de insistir en que lo dejen ir al baño señalando a los dos últimos como los pegadores más enérgicos, el grandote Galarza intentó esconderse, sin lograrlo, mientras que Roldán, en la primera fila, solo atinó a reír nerviosamente.

Informe: Gonzalo Torres
Edición: Marcos Salomón
19/08/2010 - Juicio por la Masacre de Margarita Belén
Calvario pos sepulcro de los fusilados en diciembre de 1976
Según la testigo Norma Godoy de Arias, ex administrativa del cementerio, la desaparecida es su compañera Carmen Ferreira. La experiencia del ex preso político “Mencho” Campos de tener a su ex abogado defensor sentado en el banquillo de los acusados.

Con la ya costumbre de testigos que faltan o cuyo paradero no se encuentra, comenzó este jueves el juicio oral y público por la Masacre de Margarita Belén, en la que se confirmó lo adelantado por este medio: no se pudieron encontrar las fotos del pos fusilamiento del 13 de diciembre de 1976.

Más grave aún, por Secretaría del Tribunal Oral Federal (a cargo de María Lucía Frangioli y Francisco Rondán) se supo que en la División Criminalística se quema toda documentación con más de diez años de archivo.

Abrieron la ronda de testigos los ex presos Julio Cossio y Jorge Campos (ambos ex JP Regional 4ª). Por ironía del destino, Jorge “Mencho” Campos tuvo como abogado defensor al imputado Aldo Martínez Segón, cuando en 1979 fue sometido a Consejo de Guerra en el Regimiento de la Liguria. El ayer defensor, hoy está sentado en el banquillo de los acusados. El ex preso político condenado en la década del 70; en 2010, es testigo en la causa.

Más tarde, llegó la empleada municipal Norma Godoy de Arias, con una reveladora declaración. Afirmó que la empleada municipal del cementerio Carmen “Pelusa” Ferreira y su esposo permanecen desaparecidos, desde poco tiempo después de que las víctimas de la Masacre fueran enterradas a la madrugada.

Para el final, Raúl Hipper, carpintero con 64 años y dos accidentes cerebrovasculares de por medio, se vio en apuros por olvidar su declaración ante el juez Carlos Skidelsky, durante la instrucción, e incurrir en gruesas contradicciones. Lo salvó la atinada intervención del fiscal Germán Wiens Pinto.

DESAPARICIONES EN EL CEMENTERIO
Norma Godoy de Arias fue otra testigo que reveló datos clave. La afirmación más explosiva: la desaparición de una empleada municipal.

Lo declaró en este contexto: en principio, visiblemente nerviosa, pero a la vez clara cada vez que tenía que responder preguntas. Relató que el 15 de diciembre de 1976 tuvo que asentar en los libros que diez cuerpos fueron enterrados en horas de la madrugada.

“No es común, siempre los servicios son en el horario de atención que comienza después de las 6. Lo hicieron a la madrugada. Lo obligaron al capataz Centurión (fallecido) a cavar”, narró.

Fue el mismo Centurión el que confeccionó los papeles de donde Godoy copió lo que iba asentado en los libros, con varios NN. El mismo capataz le contó a Norma que enterraron cuerpos en bolsas y en cajones cerrados. “A los que estaban en bolsas, los enterraron así nomás, no tenían ni una cruz para identificarlos”, contó la mujer, que de todas maneras aclaró que a las administrativas –como su caso- no la dejaban acercarse a esa parte del San Francisco Solano.

Lo que vino después fue un calvario: “Estábamos bajo amenazas de militares. Vos nos digas nada porque vas a tener problemas o te va a pasar como a ellos, me dijo Centurión”, relató.

Según Norma, los trabajadores eran perseguidos hasta sus domicilios y llegaron a colocar en la administración del cementerio a un militar: “El negro” Juárez (una pista sobre su posible paradero la dio el fiscal ad hoc Carlos Amad), quien controlaba todo el movimiento.

El siniestro cuadro se completa con la desaparición de su compañera “Pelusa” Ferreira. Con esa presión, Godoy renuncia como administrativa del cementerio en 1981, para ser reincorporada a la comuna capitalina hace cinco años.

Antes de renunciar, recuerda que “se entregaron cuerpos a los familiares, o nosotros suponíamos que lo eran. Muchos otros siguen ahí” en el cementerio, finalizó su declaración.

Como en la vigésima jornada, el defensor Carlos Pujol, con su particular estilo, cruzó a la testigo: “Según un informe de la Municipalidad de Resistencia, Godoy nunca trabajó” en el cementerio “San Francisco Solano”.

Chisporroteo entre la defensa, los querellantes, fiscales y jueces. Finalmente, la testigo se pudo retirar de la sala de audiencias y, ahora, la Defensa deberá probar sus dichos.

De abogado a imputado
Abrieron la ronda de testigos los ex presos políticos Julio Coscio y Jorge “Mencho” Campos, ambos militantes de la JP Regional 4ª y con similares lecturas de la Masacre de Margarita Belén: se aplico la ley de fugas, ante un supuesto enfrentamiento imposible de que se produzca.

La declaración de Coscio, acompañada por una barra formoseña, molestó en varias oportunidades a los imputados, pero, principalmente a sus familiares. Las esposas de Martínez Segón y Losito, sentadas juntas en algunos momentos, realizaban exclamaciones.

La más nítida de las exclamación llegó cuando Coscio afirmó que “era imposible un ataque” al convoy que transportaba presos. Entonces, se preguntaron: “¿Y el copamiento al Regimiento de Monte 29 de Formosa?”. La presidenta del Tribunal, Gladys Yunes mandó a callar a la mujer de Losito, so pena de expulsarla de la sala.

Fue tragicómico el enojo, cuando el testigo habló de la “bemba” (en jerga carcelaria algo así como un rumor, una casi noticia) para explicar cómo se enteró de la Masacre. Al final, relató la historia de cómo sacaron del Pabellón 1 de la U7 –donde estaba detenido- a Néstor Sala y Manuel Parodi Ocampo, mientras los presos cantaban la Marcha Peronista.

Justo cuando entonaban la Marcha Peronista en el Pabellón 1, “Mencho” Campos y los otros presos del Pabellón 4 entendieron que llegó la hora de despedir al santafesino Mario Cuevas, quien estaba herido de bala en una pierna. “Sabíamos que los iban a matar, porque ya en la Brigada de Investigaciones nos habían dicho que nos iban a hacer boleta”, recordó.

Sin aviso previo ni guión premeditado, “Mencho”, que nerviosamente se frotaba la mano por la pierna izquierda, contó: “Entre los imputados está sentado Aldo Martínez Segón, que fue mi abogado defensor cuando en 1979 me sometieron a Consejo de Guerra”.

Primera reacción: sorpresa. Acto seguido: risas –público, abogados, jueces y hasta los imputados- ante la ironía del destino. El diminuto (físicamente) Martínez Segón, incómodo, trataba de ocultarse en segunda fila, tras la inmensa humanidad de Luis Alberto Patetta, otro de los imputados.

Campos, acompañado por su esposa, la ex diputada nacional Gladis Soto y sus hijos, recordó que en 1979, tras recobrar por unos días la libertad, fue nuevamente detenido y sometido a Consejo de Guerra en el Regimiento de La Liguria. Tras la condena, recién recuperó su libertad en 1983 ya con Raúl Alfonsín como presidente de los argentinos.

Informe: Marcos Salomón