28/09/2010 - Causa Caballero - Juicio oral – día 30
“Ahora, te va a coger Dios”
Le advirtió el torturador a Raúl Junco, quien declaró ayer ante el Tribunal Oral Federal. Se escucharon a otros cuatro testigos, todos relacionados a la zona rural: Leopoldo Jordán, Laureano Guzmán y los hermanos Ángel y Héctor Berger.
Un poeta y cuatro hombres ligados a la zona rural chaqueña fueron los testigos ayer, en la continuidad del juicio oral y público por la Causa Caballero, en la que se juzga tormentos agravados ocurridos en la Brigada de Investigaciones y en la alcaidía policial entre 1975 y 1979.

TRAGICÓMICO
Raúl Junco contó su tragedia en clave de comedia, hasta de los momentos más atroces que le tocaron vivir logró sacar una sonrisa a propios y extraños (si hasta los imputados no pudieron disimular una sonrisa).

De alpargata, y vestido con elegante ropa de trabajo rural, contó que fue detenido el 4 de junio en la casa de Reynaldo Zapata Soñez –víctima de la Masacre de Margarita Belén- y que durante su detención el imputado Ramón Gandola, a pesar de conocerlo, le dio un duro golpe en la nuca.

Lo llevan a la Brigada de Investigaciones, donde le bajan el pantalón, mientras José Luis Patetta –otro de los imputados-, cuya descripción no fue del todo clara, le apuntaba a la cabeza con una pistola.

“Me pegué un cagaso y ahí se me vino la noche: picana y piñas sin parar, así me tenían”, relató Junco. Está 20 días, hasta que lo trasladan en la alcaidía policial, donde no dura mucho tiempo y es traído nuevamente a la Brigada.

“ENCRUCIFICADO”
De nueva en el Infierno, Junco es llevado por José María Cardozo (fallecido en el proceso) a uno de los sótanos de tortura. Lo atan al elástico de una cama, mientras “Cardocito me mostraba un crucifijo de aleación que me había regalado mi hermano”, narró.

Entonces, se preanunció el sadismo: “Ahora, te va a coger Dios”, le gritó Cardozo, mientras “me introduce en el ano el crucifijo”. La sesión de tortura no termina ahí: “Me pone picana”, justo en ese lugar, “y se rompió el crucifijo, desgarrándome el ano”, narró.

Irónicamente, todas estas sesiones de tormentos, supuestamente destinadas a quebrar al preso político para lograr que conteste pregunta, “nunca fueron acompañadas por un interrogatorio formal”, de hecho, “no preguntaban nada”.

INFIERNO
En la Brigada, Junco fue golpeado por Gabino Manader y José Francisco Rodríguez Valientes (ambos imputados), en el mismo lugar donde vio a Patricio Blas Tierno, que “estaba hecho pelota”, lugar al que describió muy gráficamente: “El que llegaba ligaba, no se pegaban entre ellos porque se conocían”, contó el testigo y las risas fueron infrenables.

Junco, que fue un detenido-desaparecido: “No me vio ni Jesucristo”, contó el remate de una conversación de antología, con un servicio de Inteligencia: “… Si ustedes saben dónde está Firmenich, vayan, agarrenlo y dejenme a mi”.

APROPIACIÓN DE BIENES
A Leopoldo Jordán, que tenía un aserradero en Machagai (aunque estaba asentado en Córdoba) lo detienen el 12 de febrero de 1977 (un día antes del cumpleaños de su hijo) por llevar a Raúl “Ñaró” Gómez Estibarribia –delegado de Ligas Agrarias en Corrientes- hasta Corzuela.

Mientras “Ñaró” fue ultimado de un itakazo en el campo donde presumiblemente se iba a esconder, Jordán fue detenido y tuvo que soportar la tortura en Brigada de Investigaciones, pasó por la alcaidía, la U7 y, para cuando salió de la cárcel, los torturadores de la dictadura cívico-militar se habían apropiado de todos sus bienes, al punto que su esposa e hijos debieron vivir de “la asistencia”. “Fue como el Martín Fierro, volver y encontrar el rancho abandonado”.

CAMPO ARRASADO
Los tres testigos restantes, todos estaban relacionados con Ligas Agrarias. El caso de los hermanos Ángel y Héctor Berger, detenidos por proteger al dirigente Carlos Oriansky, en un operativo encabezado por el imputado Patetta.

Según su relato, ambos fueron torturados y detenidos, el campo familiar fue quemado por bombas incendiarias arrojadas por un helicóptero del Ejército, mientras los torturadores se apropiaron de todos los bienes, incluido el dinero de un crédito bancario.
Por último, declaró Laureano Guzmán, otro detenido y torturado por pertenecer a Ligas Agrarias. Así terminó una audiencia, a la que el Tribunal Oral Federal intentó imprimir cierto ritmo.

Por Marcos Salomón